En un mundo caracterizado por el vertiginoso avance tecnológico y la inmediatez de la información, la lectura se mantiene como una herramienta esencial para el desarrollo personal, académico y social. Aunque los medios audiovisuales y digitales ganan cada vez más espacio en la vida cotidiana, leer sigue siendo una actividad insustituible que potencia capacidades humanas fundamentales. Uno de los principales aportes de la lectura es el desarrollo del pensamiento crítico. En una época marcada por la sobreexposición a datos e información, muchas veces no verificada, leer permite analizar, contrastar y cuestionar ideas, (Callohuanca, 2021).
Este ejercicio de reflexión se convierte en una defensa contra la manipulación mediática y la desinformación. Asimismo, la lectura fomenta la empatía y la comprensión cultural. Los libros, artículos y narrativas de distintas partes del mundo abren ventanas hacia otras realidades y permiten comprender las emociones, costumbres y circunstancias de personas diferentes a nosotros. Esto resulta valioso en sociedades cada vez más globalizadas y diversas. Además, leer mejora notablemente la capacidad de concentración, memoria y expresión verbal y escrita. Al enfrentarse a textos de distintos géneros y temáticas, las personas adquieren nuevo vocabulario, estructuras gramaticales y formas de argumentación que enriquecen su capacidad de comunicar ideas de manera efectiva. Por otro lado, la lectura se presenta como una herramienta de aprendizaje permanente. En un entorno donde el conocimiento avanza rápidamente, leer facilita la actualización constante en distintas áreas, lo cual resulta indispensable tanto en el ámbito académico como en el profesional, (Callohuanca, 2021).
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